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martes, 22 de mayo de 2012

Cordura-Locura

Dicen que la cordura es locura bien aplicada.

¿Estamos locos, estamos cuerdos?
Todo es cuestión de matices, matices que en ocasiones son más que graciosos tics.

Pegas un vistazo alrededor y te das cuenta que quien este libre de locura que niegue sus extravagancias. A unos les gustan los primeros asientos del autobús, ¿por estar delante del resto, por tener una visión más clara del horizonte (algo que se ha dejado de ver hace tiempo), para ser los primeros en bajarse?

Son manías y manías que con el tiempo se esclerotizan, se aferran a nuestra personalidad, (en el caso de tenerla), y la modelan a su antojo.

Con los años el cerebro se gasta, se gasta como las rotulas de las rodillas, como las plantas de los pies, como los ojos, que se velan con visillos extirpables, versus cataratas.

 Todo se desgasta, todo se degrada (¡Joder que agradable me estoy poniendo!). Y por tanto el cerebro asume su desgaste, es como si los vericuetos, o sea las circunvalaciones cerebrales, se fueran quedando planas,  tendiendo a una formación en globo y no por mor de más información acumulada, que eso explicaría su deformación a modo pez ídem.

Es algo lógico, todos los días pensando prácticamente lo mismo, haciendo las mismas cosas, incluso intentando no usarlo en demasía, que cuando cogemos algo con el fin de no usarlo es como si lo estuviéramos haciendo,  aunque luego lo dejemos en su sitio con mucho cuidado.

Pasa con los sentimientos, pasa con las personas, igual con el cerebro. Algunos toman pastis para intentar que en esta Olimpiada de la vida, donde afortunadamente no hay controles antidoping,  no se note mucho el efecto del cansancio, otros se dejan caer en el mundo espiritual, que parece reconforta, otros se inundan de teorías que lo explican “casi” todo. Que el todo es inabarcable como su propio nombre indica.

Pero irremediablemente el abismo se abre ante nosotros y cada uno lo soslaya a su manera.

En este punto,  fijo que me he quedado solo, todos aburridos, han seguido a sus cosas, al del fondo le he recordado que no se ha tomado la pastilla, a esa señora, que pasa por la calle y que ha escuchado susurros, de esta conversación unidireccional,  le ha asaltado el deseo irreprimible de conocer a “Anne Germaine”, para que le diga algo de esa familia muerta hace años, con la que no mantuvo una conversación entrañable de más de diez minutos,  cuando estaba viva.

Bueno ahora que me he quedado solo, mmmmmmmmmm que “agustito”,  me ha dado por elucubrar en que haría si me quedara un solo día de vida, lo pensaré a fondo y mañana, si hay alguien ahí, os cuento.

Mañana puede ser nuestro último día ¿Qué haríais?

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