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lunes, 30 de septiembre de 2013

Ciencia ficción lingüistica.

Y llegaron ellos con sus naves, con sus lanzaderas, todos revestidos de acero y muerte o cualquier otra aleación, desconocida para las pobres armas de un ejercito de desfile, un ejercito de subvención, que solo se justificaba así mismo, adquiriendo armas de ultima generación a cargo de los presupuestos de sanidad, educación, asistencia social y demás zarandajas, que dirían ellos, y que en puridad ellos mismos sabían que no servían para defender el suelo patrio, si para cobrar comisiones.

Ese suelo patrio cada vez más diezmado y quemado por lanzadores de fotones, que arrasan todo a su paso, con un ligero pero más profundo olor, que cada día mostraba el número de animales y personas muertas.

Mientras, el gobierno del país, que estaba formado por varios gobiernos independientes, dando que cada uno defendía sus fronteras, como reyes de taifas antiguos, que creían que defendiendo la parte defendían el todo.

Se planteó, eliminar estas fronteras y formar un mando único, regido, por supuesto, por la flor y nata de cada uno de los territorios, que formaban ese antiguo país que respondió al nombre de Hispania y que ahora se fragmentaba.

No obstante llegaron a un acuerdo, las divisiones catalanas, mallorquinas y valencianas al mando del General Pullerols, las Gallegas al mando del general Salgueiro, las madrileñas al mando del general Hilarión y la andaluza y extremeña, por un extraño acuerdo, a cargo del General Montoya-Pizarro.

Desde el mando central, presidido por Hilarión, se cursaron ordenes a cada una de las divisiones, con el fin de crear una pinza en la costa mediterránea, que echara al mar a la fuerza invasora, en una guerra de guerrillas, de bombas, muerte y sangre, donde se pondría en disposición, de todas y cada una, de las divisiones, las armas de nueva generación que enviaba la OTAN. Quien observaba ladinamente el curso de los acontecimientos tomándonos como terreno de prueba.

Pero como era de suponer, surgió el problema, por parte de las divisiones con diferenciaciones lingüísticas, preexistentes del pasado, se exigió que estas órdenes fueran traducidas y dadas en las lenguas de origen de cada una de los gobiernos instaurados, no aceptándose el idioma común por todos conocido.

Todavía se oyen las risas de los extraterrestres, en sus naves y lanzaderas espaciales, arrasando los territorios con y sin diferenciaciones lingüísticas.

Hoy todos prisiones, todos de la misma cadena y siguiendo instrucciones en una sola lengua, la lengua de los invasores

¡Y mira que es difícil el Klingong!

martes, 24 de septiembre de 2013

COMO UN REPLICANTE

Me siento como un replicante, acuclillado en una terraza de un Shangai de decorado, mientras la lluvia, persistente, acuchilla mis mejillas, enfrente todos vosotros que me miráis incrédulos y con miedo a conocer lo que he visto y he sentido, miedo a sentiros culpables en vuestra muelle existencia que creéis eterna.

Yo, me siento consciente de mi naturaleza replicante, se que he tenido un principio perdido en la niebla del subconsciente, hasta es posible que no haya nacido por métodos naturales, siempre y cuando se considere que nacer puede ser natural. Conozco mi datación precedente, no la futurible. Pero he visto tantas cosas……………………..

No me refiero a la explosión de Orión, ni a las puertas de Tanhauser, me refiero a cosas vistas en este mundo, que nos ha tocado pisar y por el que me empeño en deambular.

Así, he visto, viejos colgados de contenedores, con medio cuerpo dentro y pataleando en el aire como payasos, para conseguir el impulso suficiente y así, asir lo depositado en el fondo de la basura.
He visto pueblos tan destrozados, que vosotros los hubierais considerado abandonados, pero por los que se escurrían, de esquina en esquina, figuras tan negras que hablaban de un África tropical, más que de una Europa del Sur. He visto desaparecer la carretera en el interior de estos pueblos, (la Unión Europea, valga la redundancia, paga el asfalto de los tramos entre pueblos, no del interior de los mismos), tarea a priori de la administración local. ¿Qué administración local? Para administrar debe de haber algo, allí, como la ausencia de carretera, la nada.

He visto grandes montañas y profundos valles tapizados de verde, que recuerdan a una suiza del sur, deshabitados como los mismos pueblos, pero en los que se localizan estaciones de esquí para otros, iguales pero diferentes.

No obstante también he visto ciudades, bellas ciudades, con un toque florentino, con un toque portugués, pero con un zarpazo de pobreza que hace de los recuerdos pesadillas. Ciudades donde conviven, negros agitanados huidos de las aldeas fantasma, con viejos que patalean en contenedores y potentados con automóviles de producto interior bruto y más caballos de los necesarios para enfrentar al general Custer.

He vivido una fiesta con una docena de personas y solo dos kilos de pollo, compartiendo un mundo donde los viejos son trasladados, por voluntad propia, al semisótano, para que el heredero de la familia habite en los áticos, algo que él mismo repetirá, posteriormente, para que su vástago se haga cargo del piso por él antes ocupado. En una transición inacabable y pactada en la que los jóvenes disfrutan de los mejores habitats en contraposición a los viejos, que descienden a la bodega como en una sucesión, que del semisótano les llevará a la fosa.

Todo sin envidias, sin recelos, es una cadena que solo la cultura puede romper, pero donde la cultura es sometida a controles insalvables, en incontables pasos de montaña, con el fin de que no llegue a posarse sobre ellos.

He visto alegría en sus ojos cuando en su mesa hay comida y bebida. Son tremendamente hospitalarios, aún yendo contra sus normas fundamentalistas de la familia, del papel de la mujer, o del papel de los ancianos. Quizás no entienden nuestro mundo pero lo comprenden y al igual que ellos no intentan cambiar el nuestro, ellos no quieren que el suyo cambie.

He visto un hombre, que un cementerio me ha obsequiado con pastas y un bocadillo, que extraía cuidadosamente de una raída caja, en la que había decenas, ofreciendo una porción igual a todo el que en el recinto se encontrará. Era su forma de ayudar a su mujer y su hijo, recién fallecidos, a llegar a su cielo ortodoxo.

He desayunado con contrabandistas y traficantes, que se han elevado sobre el resto y son los que llenan los contenedores de basura para pataleo de viejos ávidos de comida. Controlan férreamente la estructura, es su supervivencia y hacen y deshacen a su antojo.

He visto despilfarrar dinero, he visto la ausencia de este. Pero también he visto darlo todo por la familia y volver a casa con las manos vacías, aunque en el fondo no aprueben tu comportamiento en la vida.

He visto como es más importante, para muchos, parecer que ser, pero en eso ya estaba enseñado.

He visto bilitronas, que allí las cervezas son el doble, he visto correr la raquia, que es un aguardiente para olvidar y seguir andando, he visto una comida que empieza a las dos de la tarde y termina a las diez de la noche, todo ello con una conversación interminable, en un mundo donde lo social no ha muerto y la manada tampoco, aunque sea famélica y olvidada.

He visto esquelas en todas las puertas, con la foto del difunto y un gran lazo negro encima, que recuerda más a un sujetador de viuda que a un crespón de dolor. Nunca se quitan de la casa, se van acumulando uno sobre otro, es una forma de recordar y homenajear al que ya no está, ¿dolor o tradición? Ambas cosas seguramente.

He visto hospitales donde no te admiten si no te lleva una ambulancia y donde debes ser agresivo para que un médico te atienda, quizás he visto mi futuro, vuestro futuro. He visto otros hospitales, más capitalinos, donde te atienden en menos de una hora, con ecografía, radiografía y análisis incluidos, pero donde el médico te pide que no menciones tu condición de viajero, ya que la cartilla internacional, según su criterio no sirve y al recibir diagnóstico, te comenta, suavemente, que las pruebas son gratis, pero que la consulta son 25 euros, a repartir entre él y la enfermera. Piensas que es indignante, que con los recursos de un estado dos personas se saquen un sobre sueldo, pero luego piensas que sin él, el sobre sueldo no llegaría a sueldo que les permitiera vivir.

He visto mauselos antiguos, de una civilización perdida, Tracios los llaman ellos, pero estimo que ni siquiera esos restos fueron suyos, todo indica que son reutilizados de civilizaciones anteriores de más poder y capacitación.

He visto ciudades tapadas por la tierra y por el tiempo, donde hoy saqueadores hacen su modo de vida, surtiendo a las mafias locales e internaciones de piezas al precio que estos últimos marcan, con la fuerza de sus puños, ni siquiera los saqueadores pueden considerarse delincuentes, más bien victimas de los de siempre.

He visto lo estúpido que es Faccebok y Twiter, comparado con todo lo que he visto, donde denunciamos a diario aquello que nos sirven para ser denunciado, cuando lo que hay que hacer no es mirar, es ver y ver que quizás otro mundo es posible pero desgraciadamente no en esta galaxia.

Cómo el replicante, siento que tengo que seguir viendo, aprendiendo, pero estoy encerrado y mi tiempo se acaba, tengo que seguir contando, denunciando, pero para ello necesito libertad de movimientos. Algo hoy por hoy imposible, desde esta cómoda mazmorra, donde los días siguen a los siguientes y solo el consuelo del amor, el cariño, la escritura y la lectura me mantienen.

Quizás si un día cesa la lluvia, que me ha dejado el corazón aterido, escribiré con más detalle estas Crónicas Búlgaras.