Antonio Tabucci, en su magistral novela, “Sostiene Pereira”, nos refleja un redactor de gacetilla portuguesa, que vive la ebullición revolucionaria que precede a la caída de Salazar, (el Franco Portugués), pues bien, en ella aparece un joven revolucionario que le solicita trabajo y ayuda, a Pereira, para conseguir algún dinero, así como un cierto apoyo en sus avatares revolucionarios. Ni que decir tiene que Pereira, viudo sin hijos que, no obstante, habla con su mujer todas las noches y “hombre de orden” donde los haya, accede a lo primero, pero no en principio a lo segundo y encarga al Joven idealista que realice los obituarios del periódico, pero pronto se da cuenta que más que obituarios son panegíricos o auténticos fusilamientos del ya finado.
Ese el problema de un obituario, quizá es lo más difícil y complicado a lo que un escritor puede enfrentarse, ya que va a caracterizar a un ser humano, que por una parte ya no tendrá la capacidad de defenderse personalmente y al que solo hemos conocido someramente.
A todos los seres que nos rodean, que vemos todos los días, no os engañéis, hasta vuestros amigos más íntimos, solo los conocéis someramente, que ni uno mismo se conoce ni aún a las puertas de la muerte. No somos capaces ni tan siquiera de diferenciar un valiente de un cobarde, ambos corren hacia un fin pero en direcciones contrarias, ¿dónde está el bien, dónde está el mal? En ambas direcciones y en ninguna, ambos se contienen en las mismas proporciones en todos nosotros y solo su combinación en un momento determinado, por unas circunstancias determinadas y aliñado por un estado de ánimo y conciencia determinado, puede hacer el cóctel resultante de dulce o amargo sabor.
Y todo esto porque yo quería escribir de Carrillo, al que siempre he visto como mi abuelo, pero con más cultura y más comprometido, no en el sentido de unos ideales más altos, pero si anteponiéndolos a otra cualquier circunstancia que salpicara su vida.
Se le ha llamado asesino, ¿es asesino quien representa al pueblo soberano ante un ejercito golpista que ha vulnerado la decisión de las urnas? Posiblemente puede serlo, pero es que quizás también deba serlo, para poder defender la decisión libremente tomada y que con la fuerza de las armas se intenta cambiar.
Se le ha llamado cobarde por huir de España al terminar la guerra ¿Qué iba a hacer engrosar las fosas comunes del Franquismo? ¿alguien cree que pudo disfrutar recorriendo países sin parar desde Rusia, donde no era nadie, hasta Méjico, pasando por Rumania y terminar en Francia, desde donde empezó a organizar la resistencia comunista antifranquista, donde se reunió con Nicolás Sartorius, en un Invierno del 69, para saber el curso de los acontecimientos y los primeros pasos de CC.OO como sindicato.
Todo el mundo quiere vivir en su tierra, si tiene hijos, verlos crecer, educarlos, reír con ellos, llorar con ellos, en suma lo más parecido a ser feliz. Dicen que traicionó a su propio padre, yo seguramente traicioné también al mío, al no ser ni por asomo lo que el esperaba de mi, y haberlo considerado siempre un extraño. ¿Pero la culpa es mía o de mi padre? En mi caso la historia no lo juzgará, en el de Carrillo se utilizará para no solo tacharlo del asesino de Paracuellos del Jarama, donde según quien cuente la historia tendrá un desenlace diferente. Yo creo que cumplió su misión e hizo lo que tenia que hacer.
Todavía recuerdo a mi madre contándome como mi abuelo Joaquin, cuando el primer golpe de estado de los militares en el 31, encabezado por el “sincabeza Sanjurjo”, escuchó por la radio, de galena, como después de la intentona no se tomaron represalias e incluso Sanjurjo termino en la calle. Mi abuelo Joaquín hizo tamborilear los dedos sobre la mesa y en su hablar balbuceante, típico cuando se ponía nervioso, acertó a decir: “…………la Republica, (refiriéndose a la primera), ha entrado sin sangre, y nosotros vamos a tener que darle la nuestra.
¡Que frase JODER ………y mi abuelo solo era panadero y socialista!
Carrillo fue de los que dio su sangre y derramo la de otros, pero no por placer, si por defensa de unos ideales y unas urnas en las que cada español derramó la suya.
Podemos estar de acuerdo con él, o no, en el papel que jugo en la transición, yo desde luego me rebelo, fue más bien una transacción, no creo que hubiera que perdonar todo y hacer una ley de punto final donde se olvidaran 40 años de represión de cunetas llenas de muertos y pueblos llenos de viudas, de colegios unidireccionales e iglesias en cada esquina. Pero él junto a otros, que había visto tantos muertos, que había matado a adversarios, vio que era el momento de parar, recapacitar y perdonar.
Pero Santiago ellos no perdonan nunca, ellos hoy en las emisoras de siempre te caracterizan como el asesino que no fuiste, olvidando que ellos son y serán los asesinos de siempre.
Por último me reconcilié contigo el 23F, cuando junto con Gutiérrez Mellado, fuisteis los únicos que no os escondisteis de Tejero, con un cigarro en una mano le mantuviste la mirada, mientras Gutiérrez Mellado forcejaba con él. ¡Que estampa el líder de los comunistas españoles y el antiguo Jefe de la Quinta Columna Franquista, jefe del espionaje Fascista en el Madrid Republicano, defendiendo con apostura y gallardía su posición en el congreso, para el que habían sido elegidos, el resto como ratas por el suelo, buscando una salida imposible!.
Ni Gutiérrez Mellado, ni tu, tenias miedo a la muerte, la habíais enfrentado tantas veces que una más no importaba, más vale morir de pie que vivir de rodillas, ya lo dijo tu amiga rival Pasionaria.
Aún no había llegado vuestro momento, pero en ese instante se resumió toda una vida de valor y entrega de las dos Españas, más irreconciliables, pero más nobles y leales. Si Mellado y Carrillo hubieran hecho la guerra el resultado hubiera sido otro, eran guerreros, nobles y honrados.
Mellado murió inútilmente en una cuneta con su coche, tu durmiendo una siesta, ambos entrasteis en la muerte sin sentirlo, quien lo iba a decir.
Tanto penar, tanto pelear, y al final queda, nada más y nada menos que:”………………el recuerdo de un hombre bueno, en el sentido de la palabra bueno,………….. Que hizo camino al andar”.
Al menos eso sostendría Pereira, si pudiera hacerlo.