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lunes, 24 de septiembre de 2012

LA LETRA CON SANGRE ENTRA.........................DESGRACIADAMENTE

Mañana se va a rodear el Congreso, bueno rodear, si se puede llamar rodear a no poder aproximarse a más de un kilómetro del mismo.

Caben muchas preguntas al respecto y pocas respuestas, por desgracia. ¿Cuál es el fin?, ¿Quién lo promueve? ¿Todos los asistentes van únicamente con la certidumbre de que elevar su voz va a servir para algo? ¿Qué repercusiones puede tener? ¿Qué intereses hay bajo tal acción?

El escribidor, que soy yo, no es más listo que nadie, pero sabe por unos cuantos libros que se ha leído a lo largo de su vida, que todo cambio es resultado de cómo diría Churchill: sangre, sudor y lágrimas, muchas lágrimas, esto la añado yo.

Si mañana se dieran cientos de muertos en el Congreso a manos de las fuerzas de seguridad del estado, es indudable que se daría un cambio drástico en la política de este país, ¿pero hacia donde derivaría  ese cambio?

En el caso de existir diseñadores de la protesta, y si estos tuvieran claro que este hecho se iba a producir y a su vez hubieran preparado los medios de respuesta para sacar frutos de tal matanza. Es decir, si existiera un sustrato revolucionario preparado para llevar a cabo los cambios necesarios para conseguir tal fin, se podría abrir un nuevo periodo en el que los valores hasta ahora dados como buenos, fueran relevados por otros más proclives al individuo, en detrimento del ordeno y mando para la masa.

Pero mucho me temo que es más probable que mañana haya cien muertos en las puertas del Congreso, es decir, a un kilómetro de la puerta del congreso, que exista una plataforma, llamémosla revolucionaria, preparada para dar lugar al cambio que acabara con la deriva, de la llamémosla política, española, hacia una política de mayor justicia social.

Este discurso no es resultado de una mente pensante, que sería la mía, es resultado de escuchar y contrastar opiniones y entre ellas surge una que sería la más apropiada, si esos cien muertos son necesarios, deberían ser “ejecutados” a las puertas de la sede del PP, quienes hoy por hoy son los incumplidores de su programa electoral, y que por tanto ya no están legitimados por las urnas para seguir llevando las riendas de este país.

Y yo soy el primero en sentirlo, pero para que algo cambie tanto en España, como en el mundo tienen que correr ríos de sangre, nuestro cerebro de saurio todavía no está supeditado al racional y solo funciona con estímulos básicos como la muerte, el apareamiento y la destrucción.

Lo que está claro es que independientemente de todas las incógnitas anteriores, habrá que ir para demostrar nuestro descontento, esperar que no sea utilizado por las fuerzas más reaccionarias,  que por otra parte son las más organizadas y que si hay personal encargado de provocar, por ambas partes, no formar parte de las llamadas  bajas colaterales, en suma no ser una de las lágrimas que podrían ser derramadas para que algo cambie o para que todo siga igual.

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