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viernes, 14 de septiembre de 2012

De cristales y manchas

Hoy me asalta una pregunta mañanera, fruto de un remanso del  que no aportaré la fuente; el investigador debe cuidar con mimo, con esmero, como un cuerpo nuevo en su cama, o un solomillo poco hecho en su plato, la fuente que le proporciona la información que usará para el solaz del lector.

Después de esta esmerada introducción,  sexo-culinaria-confidencial, os voy a hablar de las manchas de los cristales, (los de las risitas del fondo un poco de formalidad, un conferenciante del mundo escrito no puede centrarse con continuas interrupciones, siempre y cuando estas no sean para alabar lo hasta aquí escrito). Pues bien vamos a hablar de cristales y de manchas.

Algo que parece baladí, ofrece una metáfora perfecta de las relaciones humanas, estas se desarrollan como a través de un cristal, desde cada lado, cada uno de nosotros, (valga la…………….., que no hay que redundarse) nos observamos, analizamos al otro a través de la transparencia que nos ofrece el cristal que inconscientemente, introducimos entre nuestras relaciones personales.

¿De que está hecho ese cristal?, depende: miedos, frustraciones, soledad, melancolía, dolor, inferioridad, recuerdos, insabores………………….. Puede llegar a  estar hecho de tantas aleaciones,  que en ocasiones ofrece múltiples  opacidades.

Y aquí viene el meollo de la cuestión y el principal objetivo de esta digresión, hasta ahora, opino yo, bastante brillante.

¿Por qué sistemáticamente al observar este espejo pensamos que es imposible limpiar las manchas que empañan nuestras relaciones?

Fácil, porque  estamos convencidos que la mancha se encuentra del otro lado,  y por tanto nosotros no tenemos nada que limpiar, no tenemos que abrillantar la superficie que  nos permitiría llegar a disfrutar de la persona que se nos ofrece al otro lado.


Brillante eh!............. el escrito, no el cristal.

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