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jueves, 13 de septiembre de 2012

UNA PEQUEÑA CHARLA DE ANTROPOLOGIA

Los seres vivos nunca pueden ser independientes, esto es un axioma indiscutible ya sea formulado por científicos de derechas o de izquierdas, así como por filósofos, si fuera el caso de los mismos signos, que un filósofo que pone puertas al campo definiendo sus pensamientos, según unos planteamientos partidistas pone fronteras a su pensamiento, y las fronteras al pensamiento, como podemos deducir, frenan cualquier planteamiento filosófico.

Bueno hasta aquí todo claro ¿no? Vamos a complicarlo un poco más ¿vale? Utilicemos la Teoría de Sistemas, pero que no se asuste nadie, la utilizaremos como un trilero que mete un garbanzo debajo de un vaso y aparece  debajo de otro, pero eso si, el garbanzo siempre esta.

En un sistema cada una de sus partes cumple una función determinada para el correcto engranaje del conjunto, así si queremos variar la mecánica del sistema,  hemos de variar la totalidad de los elementos que lo conforman,  para que den el resultado apetecido.  Fácil y cierto ¿no?

Evidentemente cada una de las partes cumple una función,  que no podemos valorar como más importante, más trabajosa o más secundaria, ya que si uno solo de ellos dejara de interactuar, el sistema, en plata, se iría al carajo y daría lugar a otro sistema, que cabe la posibilidad sea bastante más indeseable que el precedente.

Así lo entendió un primo del Austrolopithecus Afarensis, hace circa 5 millones de años, fue el llamado Homo Habilis, quien empezó a intuir que no todo era comer carroña y correr a cuatro patas detrás de cualquier pollo prehistórico, para luego descabezarlo y comerse solo la chicha sobresaliente. Este vio que con elementos del mismo pollo, es el caso de plumas, huesos pequeños, pico, uñas, podía acceder a partes del pollo que antes le eran vetadas a su dentadura de poderosa masticación.

Pero vio más, vio que si en lugar de ir a 4 patas iba a 2, su velocidad se incrementaba exponencialmente, dejándole las manos libres para portar un rama o una piedra que ayudara en su caza. Pero lo que es más importante, si en lugar de correr él solo detrás del pollo prehistórico, corría con sus iguales, lo cercaban inexorablemente y podían cazar muchos más infelices pollos.

Con luego repartirlo equitativamente se acabo el problema. Pero claro ¿lo habrían de repartir entre los cazadores o contar también con los impedidos, ancianos,  mujeres y niños?, ¿debían estos igualmente recibir su ración?

Evidente el HH, vio que el futuro del grupo estaba en el numero, así cuantos más elementos lo compusieran no solo cazarían más, estarían más protegidos,  para ello eran importantes las crías, por la proyección de futuro, los viejos y los impedidos dada su experiencia en la confección de útiles,  tanto para la caza como para el consumo de las presas, así como el conocimiento de las mejores zonas de batidas y que decir las mujeres, con su aportación a la dieta en la recolección de verduras y frutas, animales pequeños, así como la confección de ropas, para las nuevas estaciones que surgían en un mundo cambiante y que ellas realizaban,  en base a la piel de las presas capturadas, a lo que se unía y no menos importante, que después de un día corriendo detrás de los pollos, ellas amorosamente les daban acogida entre sus piernas para proporcionales un placer vetado a otras especies.


Pues bien señores, cabe la posibilidad que un catalán se vea como un HH, (homo habilis, que nadie entienda mal), pero ha de tener en cuenta que no será nada, sin Extremadura, Andalucía, Valencia o Madrid, por poner el caso. La fuerza está en el número y en la función que cada uno cumple en el conjunto, independiente de los réditos aportados para el funcionamiento del grupo.

Los nacionalismos excluyentes no hubieran llevado en ningún caso a nuestra civilización al grado en que se encuentra hoy, que no es que sea gran cosa, pero es lo que hay.

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