Decíamos ayer, como el Luis que fue Fraile, “el fanatismo consiste en redoblar los esfuerzos cuando has olvidado el objetivo”. Pues bien he de constatar que los objetivos hoy por hoy los tienen claros, y yo me he equivocado.
Lo digo sin miedo, durante toda mi vida me he equivocado, es más soy la equivocación personificada, es más no doy una. Bueno tanto, tanto, tampoco, de vez en cuando acierto y más cuando “me las ponen como a Felipe dos" (es que soy republicano).
Bueno al lío, tienen los objetivos muy claros, quieren volver a la edad media, y esta vez no me equivoco, ayer en las calles vi a las huestes del Lord Comandante con sus corazas negras, y sus lanzas en ristre, atacando a los siervos de la gleba, que con sus padres, mujeres e hijos se dirigían al castillo para pedirle al Señor de las Tierras, al Señor de Cuerpos y Almas, que levante los diezmos sobre sus cosechas que estrangulan sus economías.
En formaciones compactas y a una orden pactada, a mi derecha surgieron dos sicarios disfrazados de siervos que después de tirar objetos a las mesnadas represoras, sin recato alguno arrestaron a otro que estaba a mi lado, que había cometido el delito de jalearlos, se lo llevaron a rastras y lo introdujeron en los carros-mazmorra, para luego por una esquina volverse a incorporar al tumulto.
¿Pero que es esto? Se provocan a si mismos para luego justificar los heridos y los casi muertos, todos los que os quedasteis en casa, y que conste que no es reproche, que alguien ha de ser testigo indirecto, pudisteis ver como los lanceros se abalanzaron sobre la masa, golpearon a jóvenes y viejos, mujeres y hombres, que solo cometían el delito de pedir al Señor del Castillo que levantara los embargos, que liberara los diezmos, que dejara de tenerlos adscritos a trabajos de supervivencia.
Querían decirle que ellos no tenían la culpa de los derroches de sus señores feudales, que no tenían que pagar el enriquecimiento de sus condotieros de provincias.
Y como contestación: sangre, sudor y lágrimas, en eso no me equivoque, y encima de siervos de la gleba, es decir adscritos a trabajos adocenantes y mal pagados, nos llaman golpistas por acercarnos a un castillo lleno de lujos que hemos pagado entre todos, al que nos cierran el paso salvo en día de visita.
Los siervos lo son por herencia, de padres a hijos, los señores también de padres a hijos, pero ellos son los auténticos golpistas, por sus venas corre la sangre de golpistas, son hijos de ellos, que los señores de hoy fueron los delfines de los señores que en el 39 asentaron sus reales en este país merced a un golpe de estado y 1.000.000 de muertos.
Señorías su tiempo se acaba, quizás iremos a peor, y retrocederemos cientos de años, pero quizás, y solo digo quizás, los siervos ya lo han hecho antes, su tiempo se esta acabando.
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