Ser patético, posiblemente, es lo peor que se puede ser en esta vida, ya que concentra en su interior tal cantidad de caracterizaciones que hacen a un personaje lo dicho, patético.
Es el caso de no saber responder, con aplomo, una pregunta directa e importante para quienes la formulan, es mentir a sabiendas de estar haciéndolo, es ostentar un cargo a viento y marea, es intentar de manera retrograda ir en contra de las normas de convivencia más básicas. En suma es intentar, como decía mi abuela Olvido, (nombre que por ello nunca olvido), hacernos comulgar con ruedas de molino.
Cuando una sociedad mantiene al frente de su futuro a seres patéticos, únicamente puede caracterizarse de eso, de patética, y de apática; como el tango cambalache: da lo mismo torcido, que derecho, chorizo que legal, y es que cuando todo da lo mismo, todo es igual y si todo es igual nada cambia.
Desgraciadamente nos daremos cuenta de los resultados cuando vuestros hijos, después de años de bachillerato y de deambular por universidades, sean unos analfabetos integrales, sin capacidad de desarrollar el mínimo pensamiento propio, cuando tengamos que ir a hospitales y no tengamos cama, ni atención, cuando necesitemos ayuda en nuestra vejez y nos veamos, en el mejor de los casos, hacinados en centros regidos por la beneficencia de organizaciones religiosas, que serán las únicas religiosamente subvencionadas.
Nos daremos cuenta, cuando ya no tenga arreglo, mientras, no recordamos que un 11 de septiembre no es el aniversario del desmoronamiento de unas torres iguales, que no gemelas, las torres de un imperio, que aun que no lo sabe, se derrumba; ni es el día de la petición de independencia de Cataluña.
Todo porqué la memoria es débil ,cuando no se cultiva, en un país de campos en barbecho, donde a costa de no sembrar conocimiento y memoria, hemos olvidado que hace años, en un día como este, un personaje, todo menos patético, se encerró en su despacho con una pistola, esperando su muerte, anunciada, a manos de generales mandados por la CIA.
Olvidaremos que han existido y posiblemente existen seres humanos capaces de llegar a perder lo único que nos es querido, la vida, a cambio de un ideal y sin titubear. Seres valiosos que en estos tiempos hay que extirpar.
Por ello quiero gritar a pleno pulmón y sin ánimo de consigna, si de homenaje:
¡COMPAÑERO SALVADOR ALLENDE!
¡PRESENTE!
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