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lunes, 25 de marzo de 2013

De mareas humanas

De mareas humanas está hecha, hoy en día, la contestación social y como tales, suben y bajan, atraídas por las lunas diferentes de sus reivindicaciones, ójala existiera un solo astro que dirigiera sus vaivenes hacia la orilla pedregosa, convirtiendo en fina arena de playa los riscos y desprendimientos que cubren las costas de nuestras necesidades.

Como mareas solitarias afrontan, de manera desigual, un desgaste que propicie acabar con molicie y con la molicie de las antiguas estructuras. Como en tiempos pasados en los que se creyó acabar con el llamado Régimen Antiguo para dar paso al sistema democrático, algo que como se puede ver, no ha sido tal.

El Régimen Antiguo ha sabido camuflar, sobre estructuras nuevas, su hacer de siempre. Así mientras ha sido alimentado por él, ha continuado oculto, pero al no ser alimentado, a su parecer, suficientemente, han vuelto a surgir las disensiones y los consiguientes poderes, como hemos dicho, en la sombra.

Pero esto no es nuevo, el feudalismo hizo lo mismo con el Régimen Antiguo, y se encuentra incrustado en él. ¿No vuelven a surgir hoy, como otrora reinos de taifas, apelados ahora autonomías y todas ellas de origen feudal?

Nada nace nuevo, todo es transformación somera, maquillaje que no lleva a ningún cambio, lleva a un disimulo social que hace que nosotros, escarabajos de la historia, sigamos empujando la pelota de mierda, perdónenme la figura, hasta que esta nos supera y morimos bajo su peso,  que nosotros mismos hemos acumulado y empujado.

Por ello mareas aisladas no podrán nunca arrostrar trabajos de demolición en costas tan afianzadas y petrificadas por el poder, el dinero, y la corrupción consiguiente. Únicamente un tsunami, producto de la unión de todas ellas podrían cambiar el paisaje.
¿Pero hasta donde llegarían estas mareas, cuanto tiempo regarán las tierras mar adentro, cuantas victimas caerán en su discurrir? Todo difícil de evaluar. Pero para crear hay que limpiar y tirar todo lo inservible. Desgraciadamente en el fondo de algunas cajas pueden quedar objetos, recuerdos o personas que pasarán inadvertidas y no volveremos a encontrar.

 
Es la historia que como los antibióticos acaba con todo, al parecer, para curar, y lo que no es menos cierto, no se puede soslayar.

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