Aún recuerdo un niño regordete, que sobre una mueble de cocina, con mantel de mármol, y su dedo gordo encerrado en el puño de la mano izquierda, luchaba con sus deberes. Como todas las tardes ya casi noches, (siempre se iba la luz a las seis o quizás era lo que ella decía) y en un rito, su madre prendía la palmatoria de porcelana desportillada, mientras la radio hablaba y hablaba, nunca olvidará a Elena Francis y su leche de pepinos, que dotaba a los cutis de los 60 de un esplendor inexistente en el resto de la sociedad.
Elena Francis daba consejos a las “señoritas” de cómo debían comportarse con sus novios, les indicaba que no debían dejar que se sobrepasaran, yo pensaba que se refería a la Antonia y al Mario que vivían en el Bajo A, donde la primera recibía regularmente las hostias que el segundo le propinaba, todo ello a ritmo de Elena Francis.
Mientras el fogón de carbón, fruto de la falta de luz, se tornaba rojo transparente y daba un toque lóbrego y acogedor a la vez, yo con la vela terminaba los quebrados y me dedicaba a la lectura, que era lo que realmente me gustaba. Todo hasta que allá, sobre las 8 giraba la llave de la puerta y llegaba mi padre.
Despejábamos el mantel de mármol y en la misma cocina, el salón solo era para las visitas y muy caro de calentar, compartíamos la cena con los restos de la vela, que no eran de tiendas de chinos y duraban una tarde entera.
No había televisión, un poco de radio, alguna novela y las noticias, si había conversación no lo recuerdo, yo me perdía mirando como mi padre echaba el humo por la nariz y la ceniza del cigarrillo, (que siempre compraba suelto, nunca compraba paquetes y no era para fumar menos), en el plato de los restos. Restos por otra parte escasos, que las espinas y los huesos era preceptivo dejarlos limpios.
Eso era una tarde en mi casa, eso era una tarde en un barrio de la capital de España, y yo me pregunto, ¿en cuantas casas esto sigue siendo una realidad, obviando en ocasiones la cena?
¿Hacia donde vamos, no aprendemos, hasta cuando vamos a soportar, no hemos pasado bastante ya?
¡BASTA YA!
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