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lunes, 18 de febrero de 2013

!MUERTE AL ¿QUEPASA?!

Ojeando el autobús, veo unión entre los viajeros, todos están profundamente unidos a su móvil, no se ven libros, ni siquiera electrónicos, puede ser el traqueteo y los frenazos, que a mi, personalmente, me imposibilitan para la lectura en este medio de transporte.



Pero no por ello me aferro al móvil, como a un amigo. Y es que claro amigo y móvil, están profundamente unidos, es el medio de comunicación con los otros, pero dado mi desconocimiento, no tengo “quepasa”, permítaseme la traducción del original que hizo celebre una marca de cervezas.



¿El que pasa?, en el que se solapan las conversaciones, ya que cuando uno comienza, el otro ya está acabando y hace que se produzca un efecto retraso que recuerda las comunicaciones telefónicas de los años 20, cuando las respuestas llegaban a las preguntas anteriores y las respuestas a las posteriores. ¿Pero esto afecta a la amistad, hace que los amigos lo sean más y que las redes se amplíen?



En tiempos en los que ya es casi imposible tomarse un café en un sitio tranquilo, sin música ensordecedora, sin olor a fritos y fumando un cigarro y una pipa, el “quepasa” es tan aséptico que no huele, no compromete, no tienes que quedar con nadie para hablar con él y no es como el teléfono, ya que en su premura no le hablas le escribes, encima en un idioma inventado, donde se suprimen las vocales y se cambian las consonantes para hacer apocopes comprensibles únicamente a los avezados.



¿Esto estrecha la amistad o la aleja?



Siempre lo tienes a mano, dispuesto, básicamente no tiene coste ya que va por la red y como casi todo el mundo paga tarifa plana, podemos considerar su coste próximo a cero.



No, yo creo que no, la vida me ha enseñado que es casi imposible conservar un amigo, me refiero a un amigo del alma, un amigo al que no dudarías en dar tu sangre, un riñón y hasta un pedazo de hígado si le fuere necesario. La convivencia lo jode todo y sobre todo la no tolerancia, no toleramos que el otro sea como es y este a su vez no tolera que le hables como te hablarías a ti mismo.



Esto no tiene lugar en el “quepasa” donde solo comunicamos jilipoyeces y tonterías que en lugar de aproximarnos, aburren al que las recibe, que se venga a su vez con otras aun más aburridas. Pero amigos no estamos solos, estamos “conectados” y ya se sabe que el no conectado no existe.



Reniego de esta amistad de frases cortas y contenido escaso, reniego de amigos supuestos via chat, que es en lo que se resume esto y que únicamente da sensación de un lazo, ya tiempo atrás roto, pero que en virtud de una red inasible parece que se mantiene.



Falta la vertiente materno/paterno filial, via “quepasa” resumible en un ¿donde estas que haces, vienes pronto, ten cuidado y hasta luego te quiero?; si luego ese conato de conversación, casi siempre también abreviado, tuviera su correlato en la conversación hogareña que extendiera lo apuntado, nada que decir, pero ya en casa y sin el terminal la conversación es la misma, salvo las abreviaturas que serian en ese contexto ininteligibles.



Por todo ello queridos, lectores, que no amigos en su totalidad, para que vamos a engañarnos, reivindico los sms con palabras y textos íntegros, las llamadas telefónicas, los e-mails y las cartas autográficas y por supuesto alguna terracita con estufa donde hablar del bien, del mal, de chicos, de chicas, de problemas, de penas y alegrías, donde puedas decir a un amigo lo que realmente piensas y viceversa, aunque corras el peligro de perderlo/perderla, y como no,  reivindico el humo y las brasas del tabaco, que siempre aquilata la medida del ser en comunión con la cafeína.





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