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lunes, 30 de julio de 2012

EL PODER DEL COLOR

Cuando era pequeño, no tenía televisión, no es que fuera un drama, es que en nuestra casa debíamos conformarnos con la radio, ¡Cuantas tardes de Elena Francis!, a muchos ni os sonará; era una señora, bueno señora, resulto con el tiempo que los diálogos los escribía un profesor mío, de contabilidad, en la afamada entonces Centros de Estudios Parrilla, donde preparaban a los opositores a la administración, (que no nos han regalado el puesto, que hemos hecho exámenes para acceder al mismo!!!!)

Pues bien este profesor se ganaba un dinero escribiendo los diálogos de tan afamada locutora,  que daba consejos a sus radio oyentes, casi todas mujeres,  sobre la manera de comportarse con el género masculino.

Casi siempre empezaba diciendo: “Querida amiga ese Joven no le conviene………………” algo que era resultado de que el joven en cuestión,  quería realizar una inmersión total en la candidata o realizar una prospección completa de su estructura física, vamos lo que hoy se consideraría hacerle “un pijama de saliva”.

Pues bien yo me sentaba en la cocina a la luz de una vela y escuchaba con mi madre la radio, mientras hacia los deberes, todo acompañado del resplandor, rojo infierno. del fogón de carbón que daba calor a la cocina y a toda la casa.

Un día,  muy serio, tendría yo 5 años, le plantee a mi madre que por que nuestra vecina Candelitas, que era como mi madre también, tenia televisión y nosotros no.

Así que cuando queríamos ver un programa concurso: “un millón para el mejor”, “noche del sábado”,  “cesta y puntos” o los programas de Narciso Ibañez Serrador “historias para no dormir” teníamos que esperar a que ellos cenaran y nosotros también para bajar a su casa y con ella y el Sr. Luis como yo le llamaba, que era su marido, aunque luego le trataba de tu y era un viejo comunista encantador, pero no tanto con Isa, su hija, de la que yo estaba perdidamente enamorado, pero que era más de 20 años mayor que yo.

Así nos sentábamos en su comedor que era una copia del mío, pero con mejores muebles, ellos tenían además el sueldo de Isa y veíamos las películas y programas todos juntos. Por eso a mi pregunta de por que no teníamos televisión, mi madre que era muy larga, pero no tan lista como yo, me contestó: Pues porque tu comes Jamón, ¿Qué prefieres comer jamón o tener televisión?

Yo evidentemente quería las dos cosas, pero me inclinaba más por el jamón y como la televisión la tenia en casa de Candelitas, deje pasar la situación.

Pero la situación cambio, como una explosión, cuando el Festival de Eurovisión, que bajamos con el bocado en la boca, ya que empezaba muy pronto y no queríamos perdernos nada. En casa de Candelitas estaban cenando, y no solo tenían jamón, tenían queso, tenían tortilla y hasta lomo embuchado.

Yo me volví hacia mi madre, indignado y no falto decir nada más. Descubrí entonces que no todos teníamos lo mismo y que aun dentro de los trabajadores, había clases, ¿Qué sería pues en relación con el resto?

En ese momento empezó mi lucha de clases y eso sin leer a Marx y Engels, no contra Candelitas, que me atiborró de Lomo, jamón y queso y eso que yo ya había cenado, pero lo mío había sido gazpacho y pimientos fritos.


Alguno diréis: ¡ A que coño viene todo este coñazo!. Fácil, para mi la infancia fue en blanco y negro, el blanco y negro que nos proporcionaba una televisión Telefunken de 26 pulgadas con cuernos que recorría una raya intermitente de arriba abajo, de manera interminable y como digo intermitente y encima no era mía, y la veía a través de otros.

Para mi el mundo era en blanco y negro, prestado,  y siempre se veía obstruido por una raya que bajaba y subía. Veis como  si empiezo así nadie lo hubiera entendido, por ello la larga introducción anterior y además descubrí la mentira; mi madre por no decir que teníamos menos dinero, ergo éramos más pobres me mintió con todo el descaro del mundo.

Así en una tacada, descubrí la vida en blanco y negro intermitente, la propiedad,  y la mentira de la realidad, ¡y todo con 5 añitos!

De resultas de ello todo en mi vida ha sido en blanco y negro, con la jodida raya recorriendo el plano y la mentira coadyudó a hacerme desconfiado, la propiedad como nunca la he tenido, nunca me ha interesado, aun ahora que la tengo.

Pero hace un tiempo he empezado a darme cuenta que la vida es en color y las intermitencias ya no existen, ¡hay que joderse casi 50 años para darme cuenta! ¿El motivo?: un amigo lejano, una conversación con un futuro amigo, hasta  ahora mi decodificador digital, y una boda en el quinto coño.

Lo que es la vida verdad, cuanto tiempo para dejar el mundo analógico y empezar a explorar el poder del color y el mundo digital.

¿No querréis que os cuente el porqué? ¡Panda cotillos! Sintonizar vuestros aparatos y luego me contáis.

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