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miércoles, 3 de julio de 2013

EL HOMBRE DE ACERO O EL FIN DE LA BURBUJA INMOBILIARIA

Nunca pensé que unos calzoncillos rojos fueran tan importantes. Eso sentí cuando ayer ufano, con mi Tinkanova, nos dirigimos a visionar la última versión de Superman, versus el Hombre de Acero.




Amén de varios cameos, por lo corto de su interpretación, de grandes actores, la película y sin más dilación: ES UN TRUÑO. Si queridos es como si quitándole el calzoncillo rojo a nuestro héroe, lo hubieran degradado a un musculado personaje clembuterizado, permítaseme el palabro, que tiene más tetas que su madre y Lois Lane juntas.




De su expresión, que decir, el superman de antaño, de mirada dura a la vez que dulce, ha sido trasmutado en un personaje de mirar bovino, de vaca, no de la que enrolla hilo, que tiene otra grafía.




La duración es demencial, casi tres horas de golpes, caídas, mamporros que más que justicia hablan de represión del 15-M.




Entre que nos vuelven a contar su niñez, entre que los malos expatriados  se presentan en la tierra, entre la aparición del holograma del padre, en el que todos echamos de menos a Marlon Brandon, transmutado en un Gladiator venido a menos.




La película se empieza a ver con el culo. Si, no sabes donde poner el culo, a pesar de lo cómodo del cine, la cabeza te empieza a doler por las miles de cámaras con que está rodada y que no te dejan apreciar un solo detalle. Pero claro las viejas glorias del celuloide, ya celulíticas, (casi una redundancia), no pueden llevar a cabo acrobacias como las de antaño, ¿dónde el eximio Gladiator?




Si esto no fuera poco, al clembuterizado te lo colocan con 33 años y como rehén de la civilización terráquea,  que ha de entregarlo a los alienígenas, paisanos del descalzonzillado héroe, a cambio de perdonar a la humanidad. ¿De qué me suena esto? Claro coño!, solo que faltaban Maria Magdalena, San Juan, La Virgen y el de la Lanza con vinagre, es decir, Longinos.




¡La madre que los parió, que lo comparan con Cristo!, pero ni por esas, todo hostias y más hostias, todas sin consagrar y un último detalle. Si un economista viera esta película, deduciría la forma de acabar con la crisis que nos asuela: la provocada por la burbuja inmobiliaria.




Yo creo incluso que el Pocero de Seseña, ha patrocinado la película, ya que viendo como dejan la ciudad, si esto ocurre en España, hemos acabado con la crísis, ya que si bien salva la tierra, la deja como un solar, con lo cual podríamos volver a inflar otra burbuja y así sucesivamente.




Señoras y señores un truño de 3 horas, al precio de 8,50€ la entrada, y que únicamente hará la delicia, repito, de los políticos corruptos y de los constructores comisionarios, dado el escenario resultante.




Para terminar exijo que se vuelva a colocar el calzón rojo, que vuele con un solo puño y que no bese a Lois Lane en la primera parte. Quiero a mi héroe de siempre, tan humano y a la vez fuerte,  pero de músculos ficticios, recordad que solo estaban en su traje.

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