Dicen los de pueblo, que cuando la mañana se despierta con nubes, es una mañana preñadora, para el campo promesa de agua y buenas simientes. Mientras en la ciudad cuando una mañana amanece con nubes, casi siempre están preñadas de polvo, versus contaminación, y al romper en aguas, marcan surcos en nosotros, como señalando que estamos a su merced, que estamos tocados por la suciedad, de la que esta exenta el campo, que solo nos empaña la vista con el agua salpicando agujas de pino o hierbas arrancadas merced al ventarrón que aliña el agua fresca y suave.
Cada día me interesa menos la ciudad, ya no me da nada, mis escasos amigos andan perdidos en sus tráfagos diarios, con sus obligaciones, sus trabajos, sus hijos, sus vidas, sus miserias, sus sufrimientos, de los que únicamente, para entrar en comunión con ellos, podría hacerme participe. Dicen que la amistad es eso, pero no lo veo muy claro, la amistad es dar lo mejor de cada uno, no lo peor y más desintegrante, yo al menos, quitando estos momentos prosaicos (por la prosa, no por faltos de interés, ¡no te jode!) no me gusta compartir mis miserias, solo los buenos momentos. Contar el mal que uno siente en lo más profundo de sí, sus dolores, sus insignificancias, requiere empatía, escaso bien, por otra parte, del que desgraciadamente me sobra mucho y al final hago acopio de los malos rollos de todo el mundo y me los llevo a casa. Que decir de eso que llaman cultura, todo está dirigido, subvencionado, repartido, mostrando que la cultura se la ha de buscar cada cual.
¿Servicios públicos?, si, como estamos nuestros servicios se van a resumir en servicios de señoras y caballeros, que hospitales, colegios, clinicas, van a terminar desapareciendo convertidos en tiendas de chinos.
Por ello me llama más la atención el silencio del campo, exento de ruidos humanos, los cielos preñadores, mezcla de soñadores y promesas de lluvia, que limpie todo hasta mi empatía, que no obstante compartiría con dos perros, sendos gatos y un burro que me gustan más que los caballos y según he leído, son bastante más listos y no para montarlo, sino para pasear con él y compartir sentimientos. Y si alguna vez viniera a visitarme alguien, absténgase de traer niños y pida cita previa. Olga puede venir cuando quiera. Besos.
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