Érase una vez un reino, en el que un rey tuvo 3 hijos, un niño y dos niñas, el niño le salió: anodino, “estirao” y muy rubito, que era de lo que se trataba y ya le tocó los cojones a papa, casándose con una pija plebeya de telediario, que el pijerio no conlleva sangre real, (como si la del resto fuera ficticia).
La hija mayor le salio “border line”, o sea le faltaba un agua, por lo de la poca mezcla de sangres, así la hizo estudiar magisterio, que al parecer es el colectivo menos considerado social, salarial e intelectualmente, (véase el ejemplo de los recortes), y de la escasa formación que reciben los hijos, de los que en virtud de no se que designio biológico deciden reproducirse.
A esta la caso con el tonto del pueblo, o lo que es lo mismo de Soria, al que le gustaba más “el blancoespaña” que a un tonto, (valga la redundancia, jejeje), un lápiz. Como a la niña, que es tonta pero un poco “chichi” loco, no le satisfacía tanto “baldosinin”, en un bote tan feo, se empezó a tirar todo lo que se meneaba, y según me cuentan lo sigue haciendo.
La otra, he de confesar que de joven me gustaba, se quedo pillada de un orejudo con cara de idiota a juego con mirada estúpida de casi dos metros de estatura, cuyo único merito era meter pelotas como melones de cuelga en una portería canija y con la mano, asi haciendo caso omiso, a la sangre, las normas, etc., se caso con él.
Él la verdad es que no le hizo ascos, ya que aunque tenia novia vio las perspectivas y mando a tomar por culo a su futura y aunque seguramente la princesita no le ponía mucho, tanto protocolo y boato le ponían en casa y por ende se la ponian dura.
Así todos empezaron a reproducirse como conejos, que es para lo que se les paga, le llaman asegurar la línea directa, pero estos sin buscador de seguros y no por “línea directa”, aseguraron la línea de la sucesión dinástica con creces, dando a luz una tribu de niños ineducados que se daban patadas y corrían en las fotos oficiales, haciendo lo que les salía de sus pequeños cojones y vaginas correspondientes, para irse entrenando en su actitud futura, al fin o al cabo eran de la realeza y descendientes de Fernando VII, mientras la corte al grito de “Vivan las cadenas”, tan contentos.
El rey, mientras, como sus antecesores, que debe ir con el cargo, y como su hija mayor, siguió tirándose a todo lo que le ponían por delante, elefantes y osos borrachos incluidos, que follar y matar para un rey no era pecado era obligación y así fue ignorando a su mujer, que consintió, por que como ella ya sabia de su juventud, más cornadas da el hambre.
Mientras el nuevo miembro, el de los melones de cuelga dentro de la portería pequeña, se sintió en desventaja, no tenia estudios, no tenia carrera, eso si era pijo pero nada más y se asocio con un “Listo Calixto” que le propuso el negocio del siglo, aprovechar su nombre, bueno el de su mujer y su suegro para forrarse, eso le sedujo ya que si no era considerado por su intelecto y posición social de nacimiento, el dinero le daría un lugar en la familia de primer orden y claro aprovechando todos los mecanismos a su alcance se forro con el dinero del contribuyente.
Mientras la princesa, perdidamente enamorada del “tontodeloscojones”, es lo que yo pienso, transigió y transigió hasta que todo se descubrió, y ella, como su marido, como el amigo de su marido, como la mujer del amigo de su marido y como todos los cargos públicos habidos y por haber, han terminado ante el juez, que en buena lógica los tenia que meter a todos en el trullo, incluido el padre de la princesita, quien llego al trono con una mano delante y otra detrás y ahora con una herencia ficticia nos intenta convencer que su fortuna actual no debe nada a Jeques y Corinas.
Y yo me paro, pienso, (luego existo) y lo único que se me ocurre es: ¡JODER COMO HA CAMBIADO EL CUENTO!
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