Hay cine para entretener, cine para sufrir, cine para malgastar, cine para adocenar, pero hay cine con letras mayúsculas, que hace honor a su origen, de invento creado para la fantasía pero también y no menos importante para presentarnos la realidad como ojos que no necesitan ver, ya que su sentido es otro, admirar su belleza. Y se de lo que hablo os lo juro.
En suma el cine, es reflejar todo lo imposible que tiene la realidad, pero que a la par es real en nuestro interior, que la mirada ha de ir siempre hacia dentro, único lugar que permite vagar por caminos imposibles en el exterior. Y eso lo consigue, como siempre Ang Lee, capaz de hacernos saltar en la butaca con películas de acción, a la par que nos tatúa en ella, con un relato fantástico, plagado de fantástica realidad, que es la misión del cine y por ende del cineasta.
Sobre una novela de Yann Martel, construye una historia en 3D en la que son innecesarias gafas, extranjeras a las del alma, claro esta. Nos muestra dos historias reales, para que nosotros elijamos cual de ellas lo es más. Nos muestra los caminos de la vida, para que elijamos por cual queremos transitar. Independiente de nuestras creencias religiosa-existenciales, y elijamos el que elijamos, la forma de presentación de ambos es poesía en movimiento, donde los actores son secundarios y lo que toma la rienda es el espectáculo, el espectáculo, de la película.
No sé como será la novela, pero me temo que es uno de esos extraños casos en los que la cinta supera al manuscrito, en el que solo podemos verter nuestra imaginación casi siempre finita, no la de Ang, que es infinita al haber nacido para pintor de fotogramas que te hacen creíble lo increíble.
Al final de la película, no optes por ninguna de las dos historias como la real, por favor, las dos lo son, elige el camino a seguir, pero no dejes de mirar, aunque sea de soslayo el otro camino, el que acabas de abandonar, ya que la cinta consigue sembrarte la duda sobre cual es el camino verdadero. Uno es más bello, el otro más arduo, se consecuente y camina con paso firme, elige con libertad, una de las pocas que nos quedan, la libertad interior.
Pero como dijo Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca has de volver a pisar, caminante no hay camino solo estelas en la mar.”
Y por las que se puede transitar, eso lo digo yo.
Buenos días y buena suerte.
Suplica más que nota: No ver en 3D, la película ya presenta ese formato.
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