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viernes, 26 de octubre de 2012

HACIA Y EN LAS YURTAS DE LAS ESTEPAS

Iba a hablar de Samarcanda, pero todavía me duelen los ojos del espectáculo, por ello me voy al desierto, es lo que tiene la literatura, válgame el calificativo, que aunque relato, pretendo tenga algo de literario y por tanto puedo llevarlo donde quiera.


Para llegar a las estepas desérticas del Kyzylkum, “las arenas rojas”, seguimos el camino de Alejandro, que quizás si quedo maravillado con lo que su presente le mostró, nosotros a la contra nos movemos por una carretera semi-asfaltada que nos mece, sin consideración, de lado a lado del asiento. Siempre puede uno consolarse pensando que peor seria ir en camello, pero claro mejor seria ir en palanquín. Todo es relativo como el desierto áspero para nosotros.

No obstante me imagino como Alejandro montando a Bucéfalo al galope por estas estepas, sintiendo el frescor de la carrera mientras su yelmo ardería bajo el fuego del sol. Que incomparable sensación, la imaginación es lo que tiene, que como la literatura puedes llevarla donde quieres, eso si tienes que tenerla, me refiero a la imaginación.

Por fin llegamos a Nurata, donde Alejandro realizó una fortaleza sobre la montaña que preside el inexplicable manantial naciente en la zona y que para asombro de todos ¡tiene peces!, dicen que son truchas…………………(¿?) Alejandro debió quedar extasiado al contemplar entre la extrema sequedad, que le rodeaba y que todavía nos rodea, encontrar un manantial y como tal debió interpretarlo como una señal, ya que estratégicamente el lugar no ofrece ninguna ventaja bélica, ni defensiva. Debió observar los peces y él incluso debió comerlos. Hoy está considerado como un manantial sagrado al igual que las supuestas truchas y como tal ha sido canalizado, siendo el lugar donde los lugareños se dirigen para beber y recoger su agua.

No obstante eso de sagrado debe ser para las guías de viajes ya que los susodichos pobladores, llegan con sus utilitarios, casi todos coches coreanos y llenan su botellita de plástico con “las mágicas aguas” para darle una lavadita al coche. Alguien dijo: …………..quizás es para protegerse de accidentes de tráfico…………..

Como dijo el Lagartijo: “hay gente pa to”, en mi caso en referencia al sesudo comentario y a los que se dedican a lavar el coche con el agua “sagrada”.

Al pie de la fortaleza una mezquita concurrida por vendedores de baratijas y según pude observar, la representación de la mafia local, que se “desembutió” de un automóvil de alta gama, con chofer imberbe incluido y que con sus respectivas cazadoras de cuero, bajo una temperatura de más de 35º, se dirigieron a la misma. Todo alrededor polvo y arena como la existencia, lo que me estremeció, quizás Alejandro pensó lo mismo.

De aquí a la Yurtas, que en el fondo ya tenía asumido era una turistada más y que a pesar de tener la certeza de su falta de magia, aún conservo como herencia de la infancia, el deseo de la no coincidencia de la realidad con la ilusión.

Pero como siempre la realidad se impone y lo único agradable es que nuestro grupo “el de los 7” pudo alojarse en la misma, lo cual por lo menos garantizaba una convivencia agradable y unas risas aseguradas. Desgraciadamente no nos dejaron prácticamente ni andar por el desierto, recorrer con nuestros pies esta estepa que se erige como la más grande de Asia y una de las más extensas del mundo. Nos volvieron a cargar en el autobús y nos llevaron después de bajar y subir montículos, inexplicablemente en un autobús, hasta el borde de un imposible lago.

¿Quién se podía imaginar que allí en medio de este desierto estepario podía haber un lago? ¡Joder!, cualquiera que se hubiera leído el recorrido del viaje, lo siento pero no quería privaros de la mágica descripción del descubrimiento.

Es el lago Aydarkul, cuyas agua son resultado del deshielo de las nieves del Indu Khus más allá de las tierras Afganas, y que aun ocupando una extensión enorme sobre este manto árido, todavía traen el recuerdo de su frío origen. Frío origen que pudimos algunos sentir en nuestra piel. Desgraciadamente la afluencia de acompañantes y el decoro que se impone hasta en el puto desierto, impidió que me pudiera bañar en pelotas, como un San Juan Bautista ateo, que en ocasiones desea que le corten la cabeza para que esta deje de cumplir con su función principal, pensar.

Desgraciadamente el agua es salada resultado de la salinidad de la tierra que cubre, ya que no siendo así la tierra que lo rodea seria un vergel, algo que se podría conseguir en parte, si una pequeña porción de los beneficios que se queda el Presi se invirtiera en unas desalinizadoras en la zona. Pero hablar de inversión en Uzbekistán es quimera.

Solo bella agua salada, arbustos semi-arbóreos en ocasiones, que sirven para combustible y mosquitos en nubes amenazantes pero sin ansia extractiva.

El momento de compartir en el cuerpo el calor de la estepa con la gelidez de las aguas, a medida que te vas internando en el lago, es como si tu cuerpo se dividiera en dos y no supiera a que carta quedarse, el sopor del sol achicharrante o la heladora gelidez del agua ganando altura. Cuando te introduces de golpe miles de agujas se clavan en tu piel y te sientes ¡vivo! Tan vivo como hacia tiempo no te sentías, con una energía animal que te invita al temblor y a la risa, que te invita a desear no salir nunca de esas aguas que te separan de todo lo real que te rodea y solo te convierten en instinto.

Pero todo se acaba y de ahí a la cena, con alemanes, franceses, y los trabajadores del complejo, que nos dan de comer más de lo mismo y que Carlos, uno de los grandes descubrimientos del viaje, al menos para mi, tiene que sufrir, la venganza de Tamerlan ha llamado a su puerta. Pero él con carácter alegre y más confianza que Frascuelo, el torero, intento solventar a base de lingotazos de vodka,……………, esta claro que no lo consiguió pero después de robar a franceses y alemanes sus raciones vodka, nos pillamos un buen pedo que nos ayudaría a dormir en la Yurta. Especie de tienda de campaña a medio camino de una cabaña neolítica y una tienda de sioux, con el olor a sudor de varias generaciones de turistas.

Había que beber vodka y en abundancia para sobre llevarlo, a lo que se unía el guía que se pego a mi espalda llamándome cabrón cada dos minutos y no sin razón, porque un poco cabrón si que era con él.

Nos canto un Kazajo, que era uno de los camareros y con el pedo y alrededor del fuego fue reconfortante. No así para Carlos que estuvo de procesión a los baños toda la noche.

Por la mañana no habiendo roto aún el sol que enciende la estepa, me desperté con unas ganas de mear, supongo que todo el vodka trasegado, locas. Me vestí e intente acceder a los baños fabricados para los turistas. Imposible estaban anegados, no diré de que, pero el olor me empujo con tal brusquedad que tome una determinación que dio lugar a uno de los momentos más mágicos del viaje.

Cogí una botella de 2 litros de Coca, la llene de agua, me eche al hombro una toalla, un calzoncillo limpio, la bolsa de aseo con mi hierro dentro, entiéndase bardeo, navaja, cuchillo. Lo cual tiene su explicación, ya que nos avisaron no nos alejásemos mucho de las yurtas por los varanos, especie de lagarto de hasta 4 metros que merodea por allí.

Recorrí un par de kilómetros, quería llegar al lago, pero fue imposible, estaba muy lejos, me paré en una vaguada desde donde dominaba todo el terreno, clavé el bardeo en el suelo y me desnude completamente, cumplí mis necesidades fisiológicas, mientras la claridad del día se abría paso sobre la estepa, a continuación derrame la mitad de mi reserva hídrica sobre mi cuerpo, y procedí a jabonarme al tiempo que el disco salía disparado de la tierra para iluminar el mundo, puedo decir que hasta tuve una erección, era maravilloso, solo, empapado, con el calor del sol calentando mi cuerpo. Me enjuague y si hubiera podido sentarme lo hubiera hecho, pero la magia no cuadra con tener el culo lleno de tierra.

Me quedé de pie, como un gilipoyas, goteando y pensando en el fondo que todo aquel espectáculo era solo y exclusivamente para mí y la verdad es que aún lo pienso. No se a quién debo agradecérselo, pero gracias por ese regalo.

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