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domingo, 21 de octubre de 2012

EL PERRO UZBEKO

Me enfrento al papel en blanco y me cuesta empezar de nuevo, empezaría por el principio, pero eso no sería propio de mí, así que empezaré por el final.

 Aunque pienso, lo cual no quiere decir que lo haga, regalaros o endosaros, que habrá opiniones divergentes, un relato del viaje a Uzbekistán, os voy a relatar lo que será posiblemente el final del mismo. Es mi carácter, ¿para qué empezar por el principio si puedes destrozar un final?

Siempre que viajo me fijo en los perros, quizás producto de haber quedado huérfano de uno que me mostró que es posible amar a algún ser vivo. Pero voy más allá,  un perro bien observado nos indica donde andamos y con quien nos relacionamos.

En Uzbequistan, que se puede escribir con q o k, los perros tienen miedo, no tanto de los uzbecos, como de los extranjeros, es cierto que hay pocos perros, pero uno de ellos me mostró, como siempre hacen, (a los que  hayan leído el relato de la ruta 66 recordaran como un magnifico bóxer me indico el espíritu americano), el trasfondo del país. Pues bien íbamos de ………… no sé tengo que mirarlo, pero yo creo que de Burja a Khiva, trascripción fonética, recorriendo las estepas, ultimas estribaciones del desierto del Kunt, cuando paramos en una antigua cafetería de carretera, por darle un nombre, donde unos coreanos se habían hecho con las instalaciones, todo ello con el fin de completar un tramo de carretera, continuación del realizado por chinos y alemanes, con el fin de esquilmar al país de materias primas, que es para lo que sirve el rico Uzbekistán. Pues bien al parar para hacer un pis, allí estaba el perro, moviendo el rabo y mirándonos, sin mostrar ningún miedo a pesar de ser extranjeros, todo ello resultado de coincidir la apertura de la puerta del autobús con la caída de una salchicha del mugriento pic-nic, fabricado por la agencia para la larga ruta. A partir de ese momento ese perro se comió prácticamente todo el pic-nic del autobús, atropelladamente, sin darse cuartel, como si llevase meses sin comer, quizás los llevase, el guía recordaba que formaba parte de una amplia familia de la que solo él quedaba, ya que no aparecieron familiares que deberían haber acabado por aparecer ante tan abultada pitanza.

Y yo vi en ese perro a Uzbekistán, comiéndose las migajas de los extranjeros en un país que podría dar de comer a millones de perros y por tanto a sus dueños respectivos, pero que desgraciadamente y por los poderes “reinantes” son cedidos a empresas chinas, coreanas y alemanas que acaparan el gas natural, el petróleo, el uranio, el carbón, etc., etc. ¡Y es que tienen de todo!, menos unos gobernantes con decencia, que en lugar de mirar por su pueblo, miran de lado y solo se ocupan de colorear con baldosines imposibles sus monumentos, para solaz de turistas incultos pero con dinero, mientras sus gentes por las calles venden baratijas de origen chino a turistas occidentales, casi todos alemanes y franceses.

Es la razón de la sinrazón, más en este caso ya que los coreanos comen perros, causa por la que hay tan pocos y tan huidizos y estarían relamiéndose viendo como dábamos de comer a aquel cachorro que tarde o temprano estábamos cebando para su cena.

Visto esto ¿creéis que me preocupa que el PP gane las elecciones en Galicia con el 60 % de abstención o que los nacionalistas arrasen en Vascongadas? Me da por culo, el genero humano no tiene arreglo, seis millones de años pisoteando este bello planeta, ¡tenéis que ver la estepa, tenéis que ver los lagos salados del deshielo del Indokust, tenéis que bañaros en sus aguas heladas y salobres al borde del desierto, tenéis que ver los desiertos inmensos habitados por lagartos de cuatro metros, serpientes y escorpiones!

Tenéis que ver el mundo aunque no aprendáis nada con ello, que viajando no se curan los males, alguno de  los viajantes tuvieron que recibir un tantarantán para replantearse sus actuaciones.

Tenéis que viajar para ver que la injusticia no conoce fronteras, y que no estamos mejor que otros, ellos ignoran como vivimos nosotros, nosotros como viven ellos, pero tanto unos como otros tienen miedo al cambio y solo el cambio o la destrucción nos hará libres. Buenos días y un beso.

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