El hombre disecado, se mueve, respira, duerme, opina, pero no piensa. Deambula de ocupación en ocupación, siempre intrascendente, ya que es ciego moral, social y virtualmente, no puede respirar, dormir, opinar, moverse y encima pensar.
Demasiadas atribuciones para un cuerpo sin líquido intracorporal. Bebe de vez en cuando cantidades inconmensurables de líquidos, que excreta con la misma frecuencia que los hace suyos, solo queda el alcohol, que es lo único que en él permanece.
El hombre disecado trabaja, hace poco el amor, ¿Qué iba a eyacular?; tampoco lee, ya hemos dicho que no ve y sus dedos sarmentosos, secos, no podrían seguir perfiles de letras elevadas a tal fin.
El hombre disecado cuida de su prole, que conoce por referencias y educa por delegación, sus preocupaciones son otras, ¿son otras?
¿Cuales son las ocupaciones del hombre disecado?, asentir, no llamar la atención, creer en lo increíble, dedicar su tiempo a lo innecesario, escuchar y hacer suyo el pensamiento general.
Pero el hombre disecado es necesario, necesario, para continuar, para respaldar todo lo que los “otros” los que se van desecando poco a poco quieren ordenar.
El hombre disecado está de moda, se depila, va al gimnasio, en suma cuida su estructura corporal, quiere ser admirado aún sin tener en su interior nada que ofertar, pero quiere ostentar.
Estamos pues en un mundo de Hombres y Mujeres, sin sustancia, sin líquidos y humores interiores, ¿qué haremos el resto, quienes merced a tal desecación, acumulamos los líquidos y humores que ellos son incapaces de atesorar?
Solo nos queda compañeros y compañeras, una elección, explotar. Para cubrirlo todo de ideas, esperanzas, lucha, con el fin de hidratar estos cuerpos inertes, que a fuerza de no ejercer de portadores de vida, terminaran por secar, por secarnos a todos a su alrededor.
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