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lunes, 25 de junio de 2012

BIPOLARES

Ahí estaban sentados en el banco, frente a la iglesia, los contemplaba un anciano de cartel, el “Coronel Frein chicken”, con sus cubos de pollo rebozado receta de su abuela o quizá de su mama.

Son dos de esos que llaman ahora bipolares, como enchufes estropeados de corriente alterna o continua que solo se diferencia en la frecuencia de su cotidianidad. En lo vacío de los ojos y el punto indefinido que observan en el muro frente a ellos, la iglesia. Se denota que toman puntualmente sus pastillas de no pensar, no sentir, no ser, todo para seguir siendo, pero sin estar, en suma sin molestar, a una sociedad de unipolares, que sienten o padecen, ora en corriente alterna, ora en corriente continua, pero siempre con polaridad dirigida por lo corriente, por lo común, por lo vulgar, por lo que no los hace diferentes.

A ellos les da igual Grecia, Alemania, Francia, Portugal o España, el Euro o la madre que lo parió, la sociedad del bienestar y la sociedad de malestar, que ese ya le sienten ellos día tras día y para eso tienen que trasegar su pastillita de sosegar. Si su mirada vacía enfocada al más allá, (reacuérdese que miran el muro de una iglesia, propaganda inequívoca del más allá), girara solo 45 grados sus miradas confluirían, encontrarían un punto en común, se verían en los ojos del otro, tan vacíos como los suyos, pero reconocerían su sumisión, su falta de expectativas, su dejadez impuesta por su universo olvidado del verbo motor, acción.

Me duele pero son dos despojos, una adelgazada por sus sufrimientos y marchita, otro gordo y de pies hinchados, solo sus organismos gritan, ¡basta ya de mitigar mi dolor! Dicen que el cuerpo es sabio, si así lo fuera ya hubiera terminado con esa criogenización que mantiene la vida donde no tiene cabida.

Pero cuan más feliz es la vida en la mente de un loco que no tiene fronteras, prejuicios, ni sorderas, que grita y defeca en la calle, que da miedo y pena, pero que al fin o al cabo nos hace mirar aun con recelo y a veces con cierto temor al ver, quizás, nuestro futuro en sus ojos navegar.


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