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lunes, 17 de febrero de 2014

SECAS MENTES PUEDEN SECAR EL MAR

Pequeñas nubes de polvo acompañan mis pasos, no levantándose lo suficiente como para velar el horizonte, ese horizonte antes azul esperanza, cielo, o mar, que es el más azul de todos los azules cuando no opta por el verde, quizás para avergonzarnos.

Piso este suelo y no puedo creer que pueda pisarlo, el hombre y por tanto la mujer, son capaces de modificar todo lo que les rodea, lo que les ha sido arrendado,  pero que hasta su desahucio obligado, (recuerda que eres mortal), modifica como si fuera de su propiedad.

Este suelo que marco con mis pisadas, antes era mar, un mar estrecho que comunicaba con otros mares y estos con otros, tan grandes,  que algunos los llamaban océanos, llenos de vida, si,  llenos de seres vivos animales y vegetales, formando un tapiz de rojos, azules, verdes, amarillos, inimaginables.

Hoy solo polvo, polvo blanco que se pega a mis botas y que intuyo será difícil de borrar de mi calzado y para algunos ya olvidado en sus pequeñas mentes.

Pequeñas mentes, que recorrerán estos andurriales, pensando en las conquistas humanas, capaces de comunicar dos continentes, antes separados por el agua, en una colmatación lenta pero irresistible.

¿Quién pudo llegar a pensar que podríamos viajar desde África hasta Europa, sin tan siquiera humedecernos con nuestras lágrimas? Pero era una cuestión de tiempo, siempre es una cuestión de tiempo.

Y una vez más lo hemos logrado, pues el polvo que levantamos no es de tierra, es de huesos, los huesos de todos aquellos que quisieron buscar una vida mejor al otro lado y que gracias a nuestra pasividad y porqué no decirlo,  falta de vergüenza apoyando a políticos genocidas, hemos conseguido rellenar, este antes estrecho, convirtiéndolo en un  ancho camino de muerte que ha conseguido hasta secar hasta el mar.

¿Cuántos muertos hacen falta para secar el mar?

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