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viernes, 31 de enero de 2014

YA NO HAY REVANCHA.


Pensé que las cataratas eran otra cosa, nunca se me ocurrió pensar que una cortina de agua explicara el paso del tiempo.

Nunca pensé que el componente de un paisaje idílico nos velara la luz. Pero es que yo casi nunca pensé, en el amplio y en él escueto sentido de la palabra.

Mi vida era romper, romper con mis puños, romper con mi cuerpo, romper con mis costillas, con mi abdomen, todos los golpes que entre las doce recibía.

Tengo los dedos rotos y soldados, las muñecas no me sirven ni para sujetar el mando a distancia, tengo que coger el vaso con las dos manos, como haciendo una ofrenda de sumo sacerdote a la vida, ¿pero que vida?, golpes, golpes y más golpes.

Tengo cataratas hasta en el cerebro, ¡es bueno esto de las cataratas!, nublan la visión, nublan la mente, siempre me lo decían tienes buena genética, hasta para eso sirve la buena genética, para dejar de recordar, para dejar de ver, que el tiempo es un cabrón y mejor es olvidarlo.

Me siento siempre en el mismo banco, frente al lago, cataratas sobre agua, bonito nombre para un cuadro, pienso, si últimamente pienso entre catarata y catarata, antes solo cataratas de golpes, ahora agua que limpia, de vez en cuando, y de 10 a 12, mi cerebro,  cuando me siento en el banco.

A mi lado un colega, no por profesión, si por edad. Compartimos cataratas, compartimos lapsus mentales que nos hacen mirarnos como si no nos conociéramos, cuando ya llevamos un año, ¿o es un mes?, sentándonos en el banco y contando nuestra vida.

A nuestra manera somos colegas, los dos hemos recibido los mismos golpes, el más anímicos que físicos, pero tiene, como yo las manos inservibles, él lo llama artrosis, y las muñecas rígidas, dice que la reuma, convirtiéndose también en sumo sacerdote para su uso.
 Me mira, lo miro, son las 12, me levanto y como siempre le digo: Hasta mañana y a ver si un día hacemos guantes……………..

-Hasta mañana Campeón,  me responde………
-Aspirante, solo aspirante le repito como un mantra.

-Para eso hemos quedado amigo, contraataca, para aspirantes a la muerte, le oigo decir en la lejanía.

Y me imagino ambos en un ring, entre doce cuerdas, el sin guantes, yo con ellos, y como si tuviera, de nuevo las cejas partidas, una cascada de agua me nubla la vista, el color rojo me gustaba más.

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