Tenia más edad de la que recordaba, ochenta…………..noventa, vivió la guerra civil, la dictadura, la transición, a la que él llamaba “el gran remendón”, lo vivió todo. Y ahora que pensaba que su vida iba a transcurrir entre desmigar pan en casa, mientras tomaba su café matutino, para luego dar de comer a las “ratas con alas”, que él llamaba así a las palomas.
Pero en estas se vio con una pensión que no le daba ni para el pan duro de las ratas, ni para las medicinas, ni siquiera para los viajes del Inserso, que por cierto ya no existían.
Su vida se restringía, ya que no tenia hijos, “regalo del cielo” como él lo llamaba, ya que aunque no creía en el altísimo, a esa edad hay que agradecer a todo el mundo, que nunca se sabe que juzgado te va a tocar.
Solo podía ir al parque arrebujado entre dos jerséis y su antiguo abrigo de lanilla, para ver como las hojas cambiaban de color con el paso de las estaciones, esas estaciones que veía más cercanas y sabia que pronto habría de utilizar, para coger su expreso a ninguna parte.
Pero sigámosle en su periplo y démosle la palabra, que no hacen falta traductores para pensamientos y reflexiones tan claras y diáfanas. Se dirigió a la farmacia, a por sus pastillas para la Artrosis, para el estomago, para el corazón, para el colesterol, para la bronquitis crónica y para los dolores que le regalaban todas estas variantes de la degeneración física, y que los medicamentos anteriores, no curaban, solo paliaban.
Sobre su garrota iba pensando, parezco un yonqui, de lao a lao, parándome cada dos por tres, titubeando sobre el palo y las rodillas. Eso sin contar con la mirada perdida cuando se me va el santo al cielo. Me recuerdo al hijo de mi amigo Roque, que le salio drogata y cada vez que me ve me saluda con ojos ausentes y una sonrisa idiota colgada de su boca, de la que se deslizaba con suavidad sinfónica un hilillo de baba. El mismo puto hilo de baba que siempre se me escurre, desde hace un mes, por la comisura de la boca.
Pero para que vamos a hablar de mi boca, hoy toda deshabitada y en la que unos “ocupas” de color insultantemente blanco se balancean produciéndome un balbuceo estúpido, cada vez que intento construir una frase. No había para implantes y me obsequiaron, en función del dinero que tenia, con una sonrisa de vaso, que cada noche se ríe de mi desde la mesilla, como diciendo: “te han timado viejo soy dos tallas superior a tu boca”.
Ni que decir tiene que miente, es el cáncer de páncreas que me esta haciendo rebajar hasta tallas de boca, pero aquí ya no se grita, con lo cual no me sirve para nada.
En la farmacia y aun siendo jubilado, me piden 50 euros por todas las medicinas, me la quedo mirando y la digo que no las quiero que se las meta por el culo.
Estoy en casa tumbado me he encontrado con el hijo de Roque y por ser amigo de su padre me ha dado una papelina y la jeringa, todo ya preparado.
¡ Y coño donde va a parar, no me duele nada, estoy como Dios y para lo que me queda en el convento me cago dentro!
Mañana a por otra, pienso, entre nubes de bienestar venoso…………………….
Me va a salir más barato que la farmacia, jejejejeje.
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